Una mujer, 22 años. Morocha, ojos verdes.

Una mujer, 22 años. Morocha, ojos verdes.
Venía de una fiesta, estaba vestida con una mini y una remera que le dejaba ver las tetas por los costados. La encontré en la esquina de Salta y Adolfo Alsina. Caminaba borracha, así que me pude acercar a ella desde atrás sin que se diera cuenta. Vacile unos segundos antes de actuar. Le tape la boca y la apuñale desde atrás, le clave el cuchillo entre la tercera y cuarta costilla y la degollé para que no pudiera gritar. La solté antes de que la sangre me manchara y la vi caer al suelo. Mis manos temblaban, no se si era miedo o excitación, pero sentía que mi mundo había cambiado. Acababa de cometer un delito y lo estaba disfrutando, saboreaba el momento.
Me arrodille y la mire a los ojos, estaba hundida en un charco de su propia sangre. Sonreí al ver su mirada en busca de ayuda. Como si yo, su ángel de la muerte, fuera a rescatarla de mi propia obra.
Acabó de descubrir un nuevo poder, el poder de controlar la muerte. Soy su mensajero, yo llevo la muerte en mi persona.

Limpié la sangre del cuchillo en su ropa, me puse la capucha y me fui como si no hubiese pasado nada. Me fui sonriendo. ¡Soy libre! ¡Por fin pude hacerlo, ahora que tengo el poder de matar nadie me va a detener!

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